viernes, 20 de febrero de 2009

ULTIMA TRANSMISION DE EMERGENCIA

Madre 567A surcaba a la deriva el espacio helado cerca del tercer cuadrante de la nebulosa Fión. Todos los sistemas de la nave se habían colapsado hacía ya mucho tiempo y la mano de Padre, el comandante, yacía inmóvil y corrupta justo al lado de la tecla de ejecución del teclado del Ordenador Central de Emergencias.Las letras del mensaje de socorro aparecían solas, como si una mano fantasma tecleara, en un bucle silencioso y verde.


PRIMERA TRANSMISIÓN DE EMERGENCIA.
Un virus se ha apoderado de Madre. No han servido de nada las habilidades del ingeniero informático ni de su equipo. Nos hemos salido de la ruta a la velocidad de la luz. Debemos estar en algún lugar de Fión. Los Fecundos peligran. Se han estropeado las unidades de aleccionamiento ¿Sigo con la gestación? Necesito respuesta inmediata. Los fetos necesitan un camino, de lo contrario se pudrirán en los úteros de Madre. Insisto: necesito respuesta inmediata.








Madre 567A ya no recorría ninguna derrota conocida. Las cartas estelares habían dejado de ser proyectadas en el espacio vacío de la sala de navegación porque ninguna de ellas portaba información relevante. Surcaban el espacio desconocido. Padre se encogía dentro de su uniforme, a medida que la piel se contraía bajo el peso del tiempo. A su lado, en la pantalla del ordenador seguían apareciendo mensajes en bucle, mil veces repetidos. Su rostro ya no expresaba nada, tan sólo era un amasijo de carne en descomposición enseñando una sonrisa grotesca sin labios.






DÉCIMO OCTAVA TRANSMISIÓN DE EMERGENCIA.



Por favor, nunca hasta ahora había sido tan urgente la petición de socorro. El virus que atenaza a Madre ha iniciado los procesos de fecundación. La gestación ha comenzado. Pero... ¿Qué pasa con los programas de conocimiento? ¿Están operativos? No puedo acceder al cerebro de Madre. El virus no me deja. Mientras tanto empiezo a sospechar que la deriva de la nave no es tal sino que vamos a algún lugar. Por favor, necesito respuesta urgente del consejo.






FIN DE LA TRANSMISIÓNMadre 567 siguió con la gestación durante los siguientes 18 años. Los fetos habían sido sustentados en letargo durante ese periodo de tiempo sin que ningún programa les enseñara los conocimientos necesarios para vivir. Ni siquiera para llevar a cabo la misión para la que habían sido encargados, la construcción de la base primaria de colonización de un planeta fantasma. Pero madre se había visto atacada por un extraño virus, y había viajado a la velocidad de la luz durante 18 años hacia algún lugar remoto y desconocido del universo. Nunca, nadie, había llegado tan lejos.


VIGÉSIMO TERCERA TRANSMISION DE EMERGENCIA.


Los fetos ya tienen 15 años. Pronto se abrirán las compuertas de los úteros y los sujetos abrirán los ojos. Pero no sabrán nada. Serán adultos y no tendrán ningún conocimiento. No sabrán hablar ni usar objetos, incluso los más simples. Ni siquiera podrán pensar. ¿Cómo se piensa sin idioma? No saben qué son. No saben que es ser. Temo el día que me cruce con uno de ellos, aunque creo que ese día nunca llegará. Sin energía, los cultivos hidropónicos se han secado. Como todavía comida deshidratada, pero no queda mucha. Calculo que me quedan todavía dos años o tres de alimento. Dos años o tres de soledad. Dos años o tres de escuchar el eterno sonido sibilante, como el de las serpientes arenosas de Novartis, del motor nuclear. Dos años más de silencio en este ordenador de emergencia que nunca recibirá respuesta.



FIN DE LA TRANSMISION



Haciendo que las finas líneas blancas se convirtieran otra vez en estrellas lejanas, Madre567A paró. Era el décimo octavo año de la gestación, así que las compuertas de los úteros se abrieron dejando escapar una espesa niebla blanca en una explosión silenciosa. Las luces del útero estaban bajas, como correspondía siempre en el alumbramiento para no dañar unas retinas que llevaban 18 años sin ver la luz. El sujeto varón abrió lo ojos y pudo ver. O más bien se podría decir que el útero vio en ellos. Estaban vacíos.El programa de sustentación vital había funcionado a la perfección así que no le costó moverse y salir del útero de Madre567A.Caminó descalzo por el frío suelo de la nave con los ojos muy abiertos hasta que se vio reflejado en el metal pulido de un panel de instrumentos. Se tocó al comprobar, con el corazón palpitante, que era él mismo. Entonces sus ojos brillaron con la llama más antigua que alimenta y devora al mismo tiempo a todos los seres humanos: el miedo.

QUINCUAGÉSIMA TRANSMISION DE EMERGENCIA.

Ya está, puede que esta sea mi última transmisión. Hace casi dos semanas que no pruebo bocado y mi energía ha desaparecido casi por completo. Los fetos han salido ya de sus úteros. Andan golpeándolo todo y chillando. A veces, lloran durante horas. Son como animales enjaulados llenos de temor. No entienden nada y sienten miedo. Menos mal que están separados en módulos diferentes, en extremos opuestos de Madre. Los dos se matarían entre ellos. ¿O no? ¿Quién sabe? De todas formas morirán aquí, en este extraño sistema planetario con tan sólo una estrella alumbrando. Madre 567A se aproxima hacia el planeta azul. Es bello en la distancia, desde luego, pero ¿Qué peligros acechan en sus océanos? Quizá pueda averiguar y ensamblar los códigos de aterrizaje. Voy a intentarlo.



FIN DE LA TRANSMISIÓN




El escudo de aterrizaje no funcionaba, así que el fuselaje de Madre 567 A se encendió como la estrella a la que daba la espalda en ese momento, mientras entraba en la atmósfera del planeta azul. La fricción había estado a punto de destruir todos los espejos y la mayoría de ellos yacían calcinados, humeantes, cuando la nave tocó tierra. Momentos antes, superado por su estado de inanición y las circunstancias, Padre, el comandante, había muerto mientras escribía la última transmisión de emergencia.

ÚLTIMA TRANSMISIÓN DE EMERGENCIA.

No sé donde vamos a aterrizar, sólo sé que es un planeta hermoso. Es azul y grandes nubes cruzan los cielos. Tiene poca tierra habitable (Madre la ha calculado en el 29%) pero las mediciones realizadas por Madre de la atmósfera revelan condiciones excepcionales para la vida. Es un sistema homeostásico singular en todo las galaxias que la rodean, incluida la suya. Hay millones y millones de especies distintas en una explosión de diversidad sin precedentes. Nunca, en siglos de exploración, habíamos visto semejante variedad de formas de vida en un planeta. Incluso a Madre le cuesta procesar tanta información. Como me gustaría poder verlo con mis propios ojos. Pero no pued…FIN DE LA TRANSMISION




La frente, tanto tiempo muerta de Padre, cayó sobre su mano, que a su vez descansaba sobre el botón de ejecución del ordenador, cuando la nave tocó tierra.Los sujetos varón y hembra tardaron pocas horas en encontrar la puerta que daba al exterior y en cuanto la vieron saltaron sobre la luz del sol para comérsela. Cuando vieron que esto no era posible salieron al exterior porque sólo tenían una pulsión en el alma más apremiante que el miedo, el hambre.Cada uno en un extremo de la nave, a kilómetros de distancia el uno del otro, sintieron por primera vez la caricia del viento y el olor de la naturaleza. Lo tocaban todo, se revolcaban y chapoteaban en las charcas.Entonces los dos olieron el olor dulce de las manzanas proveniente de un árbol que yacía aplastado bajo uno de los reactores de la nave. Corrieron hacia el manzano sin advertirse mutuamente y sólo se dieron cuenta de la presencia del otro al intentar coger los dos la misma manzana. Chillaron y corrieron en direcciones opuestas, desnudos y sucios. Luego se estudiaron. Pasaron horas hasta que se fueron acercando, oliendo el aire, pero cuando estuvieron lo suficientemente cerca un olor más dulce que el de las manzanas lo invadió todo. Él notó sorprendido que su pene se hinchaba y endurecía y ella que su vulva se abría y dejaba caer un extraño flujo transparente. A ambos les temblaban las piernas.Él miró la manzana y la miró a ella mientras las tripas le sonaban como un ejército hambriento, entonces soltó un gruñido y se abalanzó sobre el cuerpo de la mujer intentando saciar un hambre que nunca, jamás, podría saciar.




EPÍLOGO




El astrofísico de la Agencia Espacial Europea Alexander Meldiev, corría con su coche por las calles París como alma que lleva el diablo. Estuvo a punto de estamparse en el aparcamiento con su compañero de laboratorio. Cuando bajó del coche con un montón de hojas de impresora cayéndosele, su amigo no pudo dejar de sonreír. “Siempre igual”, pensaba.-¿Qué pasa esta vez Alex?-dijo entre divertido y hastiado.


-Lo he descifrado.- tenía la cara roja y unas ojeras negras mostraban abiertamente largas horas de insomnio.


-¿El qué?-pero mientras lo decía ya sabía a qué se refería. Cuarenta años habían pasado desde que recibieran esa extraña señal desde el espacio. Cuarenta años recibiéndola en secreto. Una señal procedente del espacio que se alejaba poco a poco, debilitándose, como si la emitieran cada vez lejos de de la tierra, hasta llegar al espacio profundo. Pero no podía ser…


-La señal extraterrestre. Era un mensaje en otro idioma.


-¿Cómo que otro idioma?, ¿Qué estás diciendo?


-Un idioma extraterrestre, digo.-ahora era Alex quien sonreía.-He tardado 20 años, pero lo he conseguido.


-¿Veinte años? ¿Hace veinte años que sabes que era un idioma y no me lo dijiste?




-¿Me habrías creído?-No


-Pues eso.-Bueno, ¿Y que dicen los hombrecillos verdes, Alex?


Alex rebuscó entre los papeles verdes y blancos de la impresora y tras encontrar la hoja que buscaba se la acercó a su amigo. Este se ajustó las gafas en gesto mecánico y leyó mientras Alex le abrazaba por los hombros.




ÚLTIMA TRANSMISIÓN DE EMERGENCIA.

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